El domingo pasado en Colombia el plebiscito sobre los acuerdos de paz dio como resultado un voto mayoritario para el “NO” por parte de los ciudadanos, superando al total de votos por el “SI” por un estrecho margen y con una escaza votación pero cumpliendo con la condición (al menos una votación de al menos el 13% del censo electoral) para ser vinculante.
El mundo entero ha quedado atónito de los resultados, en primer lugar por el significado que hubiera tenido una victoria del “SI” y segundo porque fue contra todo pronóstico por parte de las encuestadoras. En los días posteriores, comentaristas por todos lados han dado vueltas al asunto tratando de racionalizar lo sucedido, y sin embargo, los expertos escasamente habrán tenido oportunidad de comentar con los electores comunes y corrientes las perspectivas y resultados del ejercicio.
Habiendo tenido la oportunidad de estar presente en el plebiscito como observador electoral comparto algunos de los elementos que fueron considerados por los ciudadanos que votaron por el “NO” y que no han sido analizados suficientemente.
Presión Internacional
Sin duda para todo el mundo el fin a un conflicto armado es una buena noticia, pero para una parte de los colombianos el fin al conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tiene aspectos que no están dispuestos a aceptar bajo los términos acordados. Sin embargo, a nivel internacional estos costos son simplemente dados como justos a cambio del fin del conflicto y en consecuencia, aquellos ciudadanos colombianos que estuvieron a favor del “NO” que tienen amigos y familiares en el exterior fueron tan presionados para responder a favor del “SI” que las relaciones llegaron a ser tensas por la insistencia hacia un cambio de opinión sin un mayor intercambio de puntos de vista.
Como ejemplo se pueden mencionar las declaraciones del Papa Francisco sobre una visita al país bajo la condición de la victoria del “SI” en el plebiscito.
Negociaciones poco transparentes
Durante las negociaciones, la comunicación con la sociedad colombiana no fue del todo transparente, creando un sentimiento de por lo menos suspicacia hacia los acuerdos. Entre las declaraciones recogidas se encontraban las que consideraban que mientras a los colombianos se les informaba una cosa, lo acordado en Cuba era distinto, teniendo a final de cuentas, un acuerdo que los ciudadanos podían calificar poco favorable para el gobierno.
El mañoso texto de la pregunta y publicidad engañosa a favor del “SI”
La Corte Constitucional de Colombia aprobó la convocatoria a consulta popular, la pregunta: "¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?" no obstante, fue considerada tanto por opositores como por analistas como tendenciosa, no pudo haber sido solamente: ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto? De la forma en que fue planteada puede entenderse que votar por el No era votar por continuar la guerra.
Por otra parte, el día de la elección hubo amplios ejemplos de posible publicidad engañosa a favor del “SI”, por mencionar algunos, en ciertas de las escuelas en las que se ubicaron los centros de votación, en la semana previa al plebiscito los niños tuvieron ejercicios donde se les solicitó expresarse a favor de la paz, como se pudo ver en los trabajos escolares dispuestos alrededor de los centros educativos. Así también fue singular la oferta de UBER en Bogotá de ofrecer el servicio de traslado gratuito a los centros de votación bajo la campaña #QuéTalSí, constituyendo así mismo un posible delito electoral.
Lo señalado puede no sonar como elementos de peso ante argumentos como la cuestión del perdón. Sin embargo, en una sociedad en la que durante 52 años el Estado ha trabajado en promover una imagen negativa de las FARC, explicarle a los colombianos que aquellos a los que consideran delincuentes serán ahora sujetos de derechos, perdonados y recibirán una renta puede ser inaceptable. ¿Serán en algún momento los colombianos de reconocer al exguerrillero como su igual?
A través de los años del conflicto el pueblo colombiano ha perdido las causas que dieron origen a las FARC. Peor aún se siente agredidos los ciudadanos cuando se sabe que tendrán derecho a un ingreso por dos años “la vida es muy dura y a estos se les va a dar todo” “hay mucho desempleo y con ellos será más difícil encontrar trabajo” “nos subirán los impuestos para mantenerlos” son comentarios expresados en las calles.
Es importante así mismo, no perder de vista la falta de popularidad del presidente Juan Manuel Santos al interior de Colombia. Incluso aquellos indecisos frente al plebiscito, al ser testigos de los elementos mencionados pudieron haberse sentido manipulados y orientar su voto hacia el “NO” el domingo pasado.
Menor impacto tendrían que ver, en cambio, los puntos defendidos en la campaña del expresidente Álvaro Uribe, mayores castigos y nula participación política y sin embargo, ha sabido capitalizarlo y es probable que se le invite a la mesa de dialogo.
De lo anterior, se puede concluir que el electorado colombiano actuó racionalmente y de acuerdo a un análisis profundamente personal y sin dejarse presionar, como se espera que actúe todo ciudadano. Al mismo tiempo, no puedo dejar de señalar por otro lado, lo indignante que resulta observar comentarios periodísticos que señalan la irresponsabilidad del gobierno en poner a consulta asuntos tan trascendentales para un Estado como han sido éste plebiscito y otros ejercicios similares como el “Brexit”. Restar importancia a la consulta es olvidar que la población es uno de los elementos del Estado y dejarlo de lado sería asumir que la soberanía reside sobre el gobierno y no en la primera, es tener como prioridad los mercados al priorizar la estabilidad macroeconómica a la democracia, que para ser “autentica” deben de contener cierto grado de incertidumbre en las elecciones. Dejar fuera del proceso a la población es recomendar en todo caso, una democracia acomodaticia y manipulable.
Para todos aquellos que están realmente comprometidos con la paz, no queda más que aceptar los resultados del plebiscito como legítimos, analizarlos desde todas sus aristas, sin caer en manos del chantaje de grupos con intereses egoístas y no tener miedo de afrontar nuevamente la voluntad de los ciudadanos colombianos con una nueva propuesta.
Por: Rodrigo Delgado Méndez
No hay comentarios:
Publicar un comentario